Amada, el aura dice
tu pura veste blanca. . .
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
El viento me ha traído
tu nombre en la mañana;
el eco de tus pasos
repite la montaña. . .
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
En las sombrías torres
repican las campanas. . .
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
Los golpes del martillo
dicen la negra caja;
y el sitio de la fosa,
los golpes de la azada. . .
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
tu pura veste blanca. . .
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
El viento me ha traído
tu nombre en la mañana;
el eco de tus pasos
repite la montaña. . .
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
En las sombrías torres
repican las campanas. . .
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
Los golpes del martillo
dicen la negra caja;
y el sitio de la fosa,
los golpes de la azada. . .
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!